Hay personas que llegan con las manos llenas,
pero cuando ya no tienes hambre.
Te ofrecen palabras que un día suplicaste,
pero ahora te suenan vacías, tardías, ajenas.
Es un misterio —o quizá una lección—
cómo algunos solo entienden tu valor
cuando ya no lo estás regalando.
Cuando el fuego se ha apagado,
entonces vienen con leña.
Tal vez no era desinterés,
sino incapacidad de amar a tu ritmo.
O tal vez, simplemente,
nunca supieron lo que tenían
hasta que se convirtió en silencio.
Y tú aprendes…
que a veces el tiempo no cura,
solo revela.